El que esto escribe ha pasado ya por varias «crisis» al olvidar o no plantearse pequeños objetivos deportivos.
En mi vida, el deporte, junto con la lectura y el aprendizaje, siempre ha sido un eje central en el que apoyarme y sin el que no puedo vivir. Como ya no entreno poco ha poco se olvidan ciertos leves objetivos para seguir haciendo deporte. Lo que es deporte recreativo.
Y como correr maratones, o trail runnings no me atrae a veces he olvidado la realidad que supone el hacer deporte. Disfrutar con pequeños objetivos.
En mi caso es el de mantenerme en un peso adecuado(sin privarme de comer) y sentirme fuerte al escalar o jugar al futbol.
Para eso, irremediablemente hay que jugar con ciertos objetivos y cierto sacrificio pero que al final reporta un bienestar más allá de toda duda.
El camino, siempre es el camino que se hace al andar.
Os dejo un buen artículo al respecto con el que me he sentido identificado.
¡Mejorando la calidad de vida al tener un objetivo deportivo!
Un trabajo demandante, cambios personales, más de 10 años compitiendo en triatlón, consecución de muchas y diferentes metas… Solo me faltaba tener hijos para definitivamente cerrar una época y pasar página.
¿Cuáles eran las circunstancias para creer que era el fin de mi “carrera” en el deporte con un mínimo de competición?
Prácticamente con el final de temporada empecé en un nuevo puesto de trabajo, me apasiona pero demanda mucho de mí; jornadas increíblemente largas, viajes, tensión… Me apetecía más salir por ahí que entrenar. Lógicamente me abandoné. Había días en los que me despertaba, iba a trabajar, llegaba de nuevo a casa, cenaba algo y me metía en la cama sin ganas de nada, hasta mi productividad en el trabajo estaba bajando… ¿Un poco triste verdad?
Esta situación ya era familiar, ya había vivido algo parecido hace algo más de un año, justo cuando dejé de entrenar, rebotado por una sobre dedicación al triatlón. Parece que cuando invierto demasiado tiempo en el deporte dejo pasar muchas cosas, pero sin embargo sino le presto atención se me escapan las mismas cosas. Parece que mi dedicación al deporte y mi rendimiento en actividades cotidianas y estado emocional se asemeja a la famosa campana de Gauss.
Algo he descubierto en estos más de 10 años de muchos excesos y pocas carencias de entrenamiento, y es que mi productividad y felicidad están altamente relacionadas con lo que entreno.
¿Cómo se sale de ese extraño y polarizado círculo en el que muchas veces se encuentra quien ha competido medianamente en serio en triatlón? Hace más de un año me “salvó” un Medio Ironman, este año lo está haciendo una Maratón. Para ello he necesitado dos pilares: un objetivo y un plan.
El plan se adapta al objetivo y éste tiene cumplir 3 requisitos:
-Que suponga un desafío y algo fuera de lo habitual.
-Que no me lleve demasiado tiempo (máximo 12 semanas) entrenarlo.
-Que no requiera un plan que eclipse al resto de mis tareas cotidianas.
Aun teniendo la meta bien marcada… ¿Qué sería ese y cualquier objetivo sin un plan? Frustración diaria.
Aquí tenéis mi último objetivo, mi plan y las consecuencias en mi vida cotidiana:
La Meta: Marathon de Barcelona. Con los triatlones terminados, rondaba mi cabeza correr una maratón de nuevo. Después del ataque terrorista a Barcelona decidí que la correría. Ya había terminado dos pruebas similares antes, por lo que la preparación no tenía que ser ni larga ni intensa, decidí que lo haría sin obsesionarme por conseguir una marca, sin dedicarle demasiado y sin dejar de salir en bici y nadar.
El plan: Organicé los entrenamientos para 12 semanas más otra semana de puesta a punto. Desde finales de agosto que tomé la decisión de correrla hasta mediados de diciembre que empezaba con ello, había un gran trecho en el que simplemente me abandoné. Solo salía ocasionalmente a montar en bici. Durante esos meses me arrepentí cientos de veces de haberme inscrito, buscaba excusas para no hacerlo… No sabía como, pero mi tiempo estaba mal organizado y era menos productivo.
Llega la fecha del comienzo. Con cierta inseguridad y no demasiado ánimo, con muchas dudas sobre si podría hacerlo, empecé a entrenar lo que hacía semanas había escrito. Se trata de algo relativamente sencillo, 3 sesiones de carrera a pie semanales, con alguna salida en bici y sesión de natación. Compré un frontal para correr por la noche y sin darme cuenta estaba en una situación en la que semanas atrás no hubiese imaginado.
Una semana de rutina y todo había cambiado. Por un lado empecé a notarme más motivado. Mejoré mi actitud en el trabajo, empecé a ser aún más productivo. La organización de mi tiempo era mucho mejor, le sacaba más partido. No solo eso, tenía más vida social y hasta mi nutrición había mejorado, empecé a cocinar más y mejor. Es curioso, con 5 horas menos a la semana, conseguía hacer más, tanto en el trabajo como fuera de él.
¿Cuál es la clave? Tener una meta adecuada y un plan optimizado para llegar a una organización más alta.
Supongo que después de la maratón descansaré una semanas, empezaré de nuevo con los triatlones sprints y que buscaré una meta deportiva especial que potencie mi vida cotidiana.