Esto a lo que apunta el artículo es algo que grandes mentes ya sabían desde antiguo.
Empezando por grandes filósofos griegos como Platón y Aristóteles hasta llegar a científicos como Euler o el mismo Einstein.
Destaco a Leonhard Euler porque al parecer solía caminar siempre que podía para resolver los problemas matemáticos que acuciaban a su mente. Además, siempre que un estudiante le pedía que le explicase determinados problemas, le invitaba andar con el para resolver juntos dicho problema.
En Princeton, en el instituto de estudios avanzados, Einstein y varios colegas se daban largos paseos en los que discutían los problemas a resolver o avanzar. Y era algo habitual.
Lo dicho, si quieres pensar mejor, a andar!
Caminar tan solo diez minutos mejora nuestra función cerebral según el último estudio
Sabemos que caminar es bueno para nuestra salud desde muchos puntos de vista. No ayuda a cuidar nuestro corazón, a activar nuestros músculos, o a mejorar nuestra circulación. En general, estos resultados se han encontrado en personas que salen a caminar alrededor de media hora al día. Sin embargo, puede que con diez minutos de caminata tengamos bastante para mejorar la salud de nuestro cerebro.
Una investigación reciente, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences encontró que incluso caminar durante diez minutos cambiaba la forma en la que se comunicaban partes concretas del cerebro y mejoraba la memoria de los participantes.
Para llevar a cabo esta investigación contaron con 36 participantes, todos ellos jóvenes y saludables. La intención era comprobar el efecto que el ejercicio físico y breve tenía en cerebros jóvenes y perfectamente funcionales. De existir algún efecto se le suponía que debía ser potente para ser capaz de mejorar dicha funcionalidad.
Primero, les pidieron a los participantes que estuvieran 10 minutos sentados en una bicicleta estáticas sin moverse. En la siguiente sesión les pidieron que pedalearan 10 minutos en la bicicleta de manera suave, de manera que sus pulsaciones no se elevaran más allá del 30% de su capacidad total. Como sabemos, calentar o caminar eleva nuestras pulsaciones hasta el 50% de la capacidad máxima aproximadamente. Así que el ejercicio era muy ligero.
Después de cada una de estas sesiones – estar sentados o pedalear suave – se les pedía que completaran un test de memoria. En este test se les presentaban diferentes imágenes y tenían que indicar si la imagen era nueva o ya se la habían mostrado con anterioridad. En muchos casos las imágenes eran muy similares entre ellas, lo que añadía dificultad al test.
Posteriormente, los participantes volvieron a realizar las sesiones en las que permanecían 10 minutos sentados o pedaleando y repitieron el test de memoria, pero dentro de una maquina de resonancia magnética, de modo que los investigadores pudieran observar la actividad cerebral mientras los participantes completaban la tarea.
Los resultados obtenidos encontraron que los participantes habían sido mejores memorizando las imágenes cuando anteriormente habían estado pedaleando en la bicicleta estática. Es más, encontraron que cuanto más se tenía que esforzar la memoria, mejor funcionaban después del ejercicio. Además, encontraron que el hipocampo se activaba más y que estaba mejor conectado con las áreas corticales relacionadas con el aprendizaje. La muestra del ejercicio es muy pequeña y formada solo por personas jóvenes y saludables, pero si los resultados se confirmaran en investigaciones más completas significaría que la actividad física, aunque sea ligera, puede cambiar la funcionalidad de nuestro cerebro para bien casi desde el primer momento en que empezamos a movernos. Y este no es más que otro estupendo motivo para abandonar la vida sedentaria y animarnos a movernos aunque solo sean 10 minutos.