Seguimos con esto de los comienzos o inicios de curso laboral, y sobre todo, escolar.
Uno de los grandes problemas de toda esta vuelta al trabajo es la vuelta a sedentarismo.
Ojo, que el ejercicio mal ejecutado también puede traer consecuencias a nuestras castigadas espaldas.
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Lumbalgia: causas, síntomas y tratamiento de este dolor de espalda
La Sociedad Española de Reumatología estima que el 80% de la población padece, o padecerá, lumbalgia. Esta afección de la espalda puede ir de liviana a muy severa, aunque normalmente no deja de ser una mera molestia.
¿Cuáles son sus causas? ¿Y sus consecuencias? ¿Se puede prevenir? Hoy analizamos este molesto dolor que afecta a nuestra espalda; y del que no se libran, siquiera, las personas activas y poco sedentarias.
¿Qué es la lumbalgia y cuáles son sus síntomas?
Se conoce con este nombre al dolor localizado en la parte inferior de la espalda, en la zona lumbar, entre el centro y los glúteos. La lumbalgia afecta tanto a personas jóvenes como a mayores. Se estima que al menos el 70% de la población ha sufrido este problema antes de cumplir los 16 años. El dolor puede resultar deslocalizado y general, a veces irradiado, molesto pero suave, en algunos casos.
En otros, puede presentarse como un dolor muy intenso, a veces incapacitante. Se clasifica en aguda, subaguda y crónica según su duración (menos de seis semanas, igual a seis semanas o más de tres meses). En realidad, la lumbalgia en sí no representa una enfermedad, sino que es una manera un poco general de llamar a este dolor en la zona lumbar.
La lumbalgia puede darse como un dolor agudo permanente o al hacer algún esfuerzo, manifestándose de forma punzante y muy dolorosa. En ocasiones, la lumbalgia puede aparecer con otros síntomas como son el hormigueo o la anestesia de los miembros, inferiores o hasta superiores. Esto está relacionado con su origen neurológico, aunque eso no hace más fácil encontrar sus causas efectivas. Hablando de esta cuestión, ¿por qué se produce?
Por qué aparece la lumbalgia
Tradicionalmente, debido a lo deslocalizado de esta afección, se consideraba que la lumbalgia tenía un origen desconocido (obviando la lumbalgia de origen patológico relacionada con problemas vertebrales, por ejemplo). A día de hoy, sabemos que en realidad está relacionado con algún proceso que puede implicar a las raíces nerviosas, a los músculos, a los ligamentos, a las estructuras fasciales, a las vértebras y discos intervertebrales, así como a los órganos de la cavidad abdominal.
Aunque no queda claro cuál es el mecanismo exacto, sabemos que existen una serie de causas mecánicas bien conocidas capaces de producir la lumbalgia: distensiones y esguinces, sobreesfuerzos, contracturas… En otros casos más graves, la lumbalgia puede proceder de una hernia o rotura de los discos vertebrales, de una espondilolistesis, de lesiones traumáticas o de otros problemas, inclusive una infección o una neoplasia.
Para hacerlo aún más complicado, algunas afecciones viscerales (enfermedades gastrointestinales, renales o vasculares) pueden irradiar en la zona lumbar, haciendo aún más complejo saber su origen. En general, esta zona puede mostrar dolor por una serie de razones enormemente variadas. Encontrar cuál de ellas es el origen es esencial, cuando se puede, para detener el origen que lo provoca.
¿Se puede tratar la lumbalgia?
En términos generales, no se puede hablar de tratamiento de la lumbalgia, puesto que no es una enfermedad en sí misma. Dependiendo del origen del dolor, si es que se encuentra, se puede buscar un tratamiento concreto. Pero la lumbalgia es una afección multifactorial y es bastante compleja de cometer sin tener claro el diagnóstico.
A veces ni siquiera se puede paliar adecuadamente el dolor con analgésicos, por esta misma razón. No obstante, para la llamada lumbalgia inespecífica se suele aconsejar evitar el sedentarismo, recetando un relajante muscular o antiinflamatorios. También es conveniente una buena educación postural. Esta no siempre es capaz de prevenir la lumbalgia, pero sí se ha mostrado efectiva a la hora de mitigar sus síntomas.
Los profesionales de la salud advierten que, aunque el ejercicio puede ser causante de la lumbalgia, el sedentarismo también. Un mal ejercicio o sobreesfuerzo puede causar el dolor lumbar. El sedentarismo y las malas posturas, también. Por ello, se aconseja una actividad regular de manera cotidiana, moderada o intensa, pero con supervisión o formación.
Otros estudios han comprobado que realizar ejercicios físicos, que desarrollen la musculatura de manera compensada, puede servir para paliar las consecuencias de la lumbalgia. También, y como medida complementaria, se aconseja el tratamiento con frío y/o calor para reducir el dolor. En cualquier caso, y debido a que su origen puede ser muy incierto, en el caso de que el dolor persista es conveniente recurrir a un especialista para tratar de encontrar la causa.