De hecho, cerca del 20% de la población española tiene una hernia discal, pero no nota ningún síntoma.
Tampoco es raro que el dolor de una hernia baje y irradie a la pierna, lo que se conoce como ciática.
Consejos para tratar una hernia discal
Se produce como consecuencia de una degeneración del tejido conectivo del anillo fibroso. El 50% de los pacientes se recupera gracias al tratamiento conservador y para el resto, cirugía, como ocurrió con Higuaín
En la actualidad, tener una hernia discal es un problema de salud sumamente serio de no tratarse a tiempo. A partir de los 25 años nuestro disco vertebral comienza a envejecer y perder elasticidad y el proceso suele acelerarse en personas fumadoras, obesas y sedentarias. Por tanto, es importante tomar todas las precauciones necesarias para mantener sana una de las partes más delicadas del cuerpo.
No es posible establecer el origen natural de la hernia discal con seguridad, aunque muchos expertos creen que existe una cierta predisposición genética que explica determinadas hernias producidas en jóvenes y sin antecedentes de traumatismo. A tenor de los estudios realizados en los últimos años, un 20% de la población española tiene hernia discal sin síntomas aparentes.
¿Qué es una hernia discal?
Una hernia discal surge como consecuencia de una lesión en un disco intervertebral. El disco primero se fisura a nivel del anillo fibroso permitiendo que el núcleo pulposo que se encuentra en el centro del disco se empiece a desplazar hacia atrás, abombando el disco en la parte posterior. Cuando esto sucede, se conoce con el nombre de prolapso discal.
¿Por qué se produce?
- Como consecuencia de una degeneración del tejido conectivo del anillo fibroso, lo que normalmente ocurre con la edad.
- Dicha degeneración y la debilidad consecuente permiten la salida de la porción central gelatinosa del disco.
- Las hernias se producen fundamentalmente a la altura de los riñones, siendo raras a la altura del tórax.
- Es posible que un trabajo físico intenso incremente la posibilidad de sufrir una hernia discal.
- También puede aparecer como consecuencia de un traumatismo, como por ejemplo una caída o un accidente de tráfico.
Principales síntomas
Una hernia puede ser asintomática o causar dolor por la compresión ejercida sobre las raíces nerviosas, la médula espinal o la cauda equina.
Síntomas por compresión de una raíz nerviosa:
- Dolor, pérdida de fuerza y hormigueos en ciertas zonas y grupos musculares, en el miembro superior (brazo) o miembro inferior (pierna), dependiendo de la raíz afectada.
- En el miembro inferior produce la ciática o síndrome ciático.
Síntomas por compresión de la médula espinal
- Espasmo muscular o parálisis, hormigueo y pérdida de sensibilidad en la parte del cuerpo situada por debajo del nivel de la compresión.
- Una compresión sobre la médula puede igualmente producir una pérdida de control sobre la vejiga.
Síntomas por compresión de la cauda equina
- Los síntomas incluyen pérdida de control sobre la vejiga, anestesia del recto, ano y cara interna de los muslos y parálisis de ambas piernas.
¿Cómo evitar su aparición?
Mantener una buena condición física mediante el ejercicio evita la aparición de hernias por dos motivos:
- Al fortalecer los músculos que rodean la columna vertebral el peso no recae exclusivamente sobre vértebras y discos, sino que es soportado en parte por la musculatura.
- El ejercicio diario elimina el sobrepeso y con ello se evita, junto a una adecuada alimentación, su aparición.
La higiene postural durante el trabajo y el deporte, así como las técnicas apropiadas para levantar objetos pueden ayudar a prevenir las lesiones de espalda en algunas personas
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza mediante una adecuada exploración física, que, en muchos casos, permite saber cuál es el disco afectado. Posteriormente, se confirma mediante las exploraciones complementarias: una RNM (Resonancia Nuclear Magnética), un TAC (Tomografía Axial Computerizada) o una mielografía (inyección de contraste radio-opaco en el disco intervertebral). El médico es quien decide qué tipo de exploración se deberá realizar. Es importante diagnosticar adecuadamente porque existen varias enfermedades que presentan los mismos síntomas.
Tratamiento
Los especialistas recomiendan:
- Tratamiento conservador.Consiste en guardar reposo en cama durante un máximo de 5 días y la utilización de fármacos analgésicos y antiinflamatorios. El 50% de los pacientes se recupera gracias al tratamiento conservador.
- Intervención quirúrgica.Cuando el tratamiento conservador no es eficaz deberá sopesarse la posibilidad de acudir a quirófano.
- La fisioterapia y la quiropráctica también pueden ser empleadas como opciones terapéuticas.
Recuperación tras la cirugía
Todo deportista operado tiene «la misión principal de proteger la zona lumbar de 9 a 12 meses después de la cirugía. Evitando sobre todo el levantar pesos excesivos, en especial si al mismo tiempo se realizan movimientos de torsión de la columna».
Tras la operación, la primera fase de la rehabilitación, que suele tener una duración de cuatro semanas, incide en tres aspectos fundamentales.
- Durante las dos primeras semanas el deportista se someterá diariamente a sesiones de fisioterapia.
- A partir de la segunda semana, el entrenamiento en el agua se convertirá en otro punto clave de esta primera fase de rehabilitación.
- La tercera pieza básica en esta primera fase es la realización de ejercicios de fortalecimiento de la musculatura alrededor de la columna.
Durante toda la recuperación es recomendable acudir a un fisioterapeuta que se encargue de recuperar la zona intervenida. Las terapias constarán de:
- Medicamentos para desinflamar la zona.
- Terapias de ultrasonido localizadas.
- Terapias de ultrasonido con corriente (terapias combinadas) localizadas.
- Masajes suaves y prolongados.
- Rutinas de ejercicios para fortalecer los músculos de las zonas adyacentes a la columna.