Pues hay que romper una lanza a favor de la industria alimentaria y los profesionales que se dedican a controlar los procesos, la seguridad, el progreso, etc…
Es un poco largo, pero imperdible de principio a fin.
Ale, a leer!!
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El lado bueno de la industria alimentaria: estos son los profesionales que velan por tu salud
Si tuviéramos que hacer un símil podríamos decir que, en los últimos tiempos, la industria alimentaria parece el Imperio y los divulgadores de nutrición los Jedis que intentan terminar con la influencia negativa de la primera. La verdad es que esta industria influye mucho en nuestros hábitos de alimentación y no siempre para bien.
Hace un tiempo hablábamos de cómo esta industria había convertido al desayuno en la comida más importante del día – a pesar de no serlo – por interés económico de la industria de cereales y la del bacon o de cómo utilizan los etiquetados de los productos para vendernos algunos productos. Sin embargo no todo son sombras en la industria alimentaria sino que también podemos encontrar muchas luces.
Por ello, porque también la industria alimentaria tiene un lado bueno y hay que hablar de él, hemos hablado con tres profesionales de este sector que trabajan para que nuestros alimentos sean seguros para nuestra salud. En esta ocasión hemos contado con Mario Sánchez, tecnólogo en alimentación y divulgador, Gemma del Caño, farmacéutica especializada en innovación, biotecnología y seguridad alimentaria y con Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y consultora de seguridad alimentaria.
Quiénes son las personas que velan por nuestra seguridad alimentaria
Hablamos con todos ellos sobre sus profesiones y es que, como Mario Sánchez indica, «el colectivo de Dietistas-Nutricionistas ha conseguido darse más a conocer en los últimos años gracias a la divulgación en redes sociales. Esto es algo que también debemos perseguir los Tecnólogos de Alimentos para visibilizar nuestra profesión, por eso la divulgación es tan importante« ya que en general no se trata de un colectivo tan conocido como el primero.
La labor de un tecnólogo en alimentación sería la de «trabajar «antes» de que el producto salga a la venta, asegurando su higiene, calidad y seguridad alimentaria» en palabras de Sánchez, pero no es la única «también puede dedicarse al mundo de la investigación científica, al marketing o creación de nuevos productos en I+D+i».
Además de esto, Beatriz añade que se ocupan de que «los alimentos que llegan al mercado sean seguros y cumplan con toda la normativa, que es mucha». Mario asegura que todo está mucho más controlado de lo que creemos.
El caso de Gemma, que es farmacéutica especializada – entre otras cosas – en seguridad alimentaria, puede ser incluso más llamativo ya que quizás no conocemos tanto la labor que un perfil como el suyo puede tener en la industria de la alimentación.
Sin embargo, como ella misma dice «casi cualquier formación científica (química, biología, ingenierías, nutricionistas, farmacéuticos) aporta una visión multidisciplinar en cualquier departamento de industria alimentaria. De hecho, mis compañeros tienen todos estos perfiles». En su caso concreto, completó su formación con dos cursos en IRCA para poder ser auditora en el sector alimentario.
Lo que todos tienen en común, y también con los dietistas-nutricionistas es que deben llevar a cabo una labor de divulgación y educación del consumidor, como nos indica Robles «desde puntos de vista complementarios tenemos el deber de transmitir información rigurosa que ayude a la población a hacer las mejores elecciones alimentarias».
Cómo es la labor de estos profesionales en su día a día
Cada uno de estos profesionales trabaja de manera diaria – junto a muchos otros – para que los alimentos que consumimos cumplan con las medidas de seguridad adecuadas que hagan que nuestra alimentación sea totalmente segura para nuestro consumo.
Estos profesionales trabajan para asegurar una seguridad alimentaria que eviten enfermedades como el cólera entre otras
Y es que, como nos recuerda Mario Sánchez, avances como los de la cloración del agua ha conseguido que poblaciones grandes puedan abastecerse de agua de manera segura y «esto es algo que antes no sucedía, la gente moría de terribles enfermedades como el cólera»
En el caso de Gemma del Caño, trabaja en un departamento de calidad «es un campo muy amplio donde se garantiza la seguridad, la conformidad con las especificaciones del producto, información y etiquetado que se ofrece al consumidor».
En lo que a Beatriz Robles se refiere, ella nos indica que se mueve en dos ámbitos: «con la industria a través del asesoramiento sobre legislación y la formación, y con la población general mediante la divulgación científica». Su trabajo con los operadores alimentarios consiste en asesorarles sobre normativa a la hora de poner un producto en el mercado, » tanto en aspectos de seguridad alimentaria como de composición, etiquetado, etc.»
Robles indica que «muchas de las consultas que me llegan se refieren al etiquetado: qué puede ponerse o no en la etiqueta, si el producto puede denominarse de determinada forma, cómo debe presentarse la información» y esto se debe en parte a que los consumidores cada vez queremos estar más informados.
Además de esto, todos ellos se dedican a la divulgación sobre alimentación y es que, como nos indica la propia Beatriz, «me permite estar en contacto directo con compañeros y con los consumidores y además me obliga a mantenerme actualizada». Mario comparte su interés por la divulgación y la define como «una pasión por transmitir la ciencia e informar adecuadamente a la población ante tanto disparate pseudocientífico que nos encontramos a diario en Internet».
La búsqueda de la seguridad alimentaria
Uno de los temas de discusión más recurrentes en lo que a la industria de la alimentación se refiere es la de la seguridad de los químicos y aditivos que se utilizan en la conservación de la comida. Hace tan solo unos días Carrefour informaba de que en los productos de su marca blanca estaban apostando por alimentos bio y con menos aditivos y algunos profesionales volvían a recordar que los aditivos son totalmente seguros.
El propio Mario nos indica que «nos llevamos las manos a la cabeza cada vez que se insinúa que la industria alimentaria «quiere envenenarnos». Eso es imposible, y no interesa. La tecnología de alimentos ha permitido desarrollar técnicas de conservación como la pasteurización y esterilización, refrigeración y congelación, o las atmósferas modificadas, que permiten mantener a raya a los patógenos para que podamos alimentarnos sin riesgo de sufrir enfermedades».
De todas formas, Gemma recuerda que «Un alimento seguro no tiene por qué ser sano. La seguridad está garantizada siempre, que sea sano es una elección que tenemos que hacer nosotros». En cualquier caso, esta profesional nos asegura que disponemos de los alimentos más seguros de la historia.
Tal y como nos comenta Sánchez «existen herramientas como el APPCC o la trazabilidad, la cuál nos permite conocer exactamente por donde ha pasado un alimento en todas sus fases de producción». Gracias a este tipo de herramientas se puede saber si un producto tiene algún problema y cuando no se cumplen con los estándares de calidad o seguridad este se rechaza y no llega a nuestros supermercados.
Gemma nos explica que el APPCC está basado en un sistema que creó la NASA en 1959 para garantizar que los astronautas del APOLO no tuvieran ningún problema con los alimentos. Gracias a él «básicamente analizamos todos los peligros (físicos, químicos y biológicos) en todas y cada una de las fases del proceso del producto, desde la recepción, almacenamiento de las materias primas hasta la entrada en producción y expedición». Además, asegura que cada cierto tiempo se vuelve a revisar esta herramienta ya que el peligro cero no existe y siempre se pueden hacer mejoras.
El APPCC está basado en un sistema que creó la NASA en 1959 para garantizar que los astronautas del APOLO
En este sentido, Robles nos indica que «nunca debemos dar por hecho la seguridad de un producto: si bajamos la guardia puede producir un problema sanitario. Para conseguir estos estándares tan altos de seguridad, todos los operadores alimentarios, desde la producción primaria hasta la distribución al consumidor final deben cumplir con unos requisitos estrictos«.
Esta profesional nos habla del concepto de trazabilidad: «poder seguir un producto desde el productor primario hasta que llega al consumidor. Si hay cualquier problema, la trazabilidad permite investigar en qué punto de la cadena se ha producido y aplicar medidas: inmovilización de lotes, retirada de los lotes afectados del mercado».
Además, nos recuerda que «es importante destacar que, pese a las leyendas que dicen que los alimentos que llegan de países de fuera de la UE pueden estar “llenos de pesticidas y contaminantes” o que contienen “hormonas y antibióticos”, todos los productos que se importan tienen que cumplir con los requisitos de seguridad alimentaria establecidos en la UE» y estas normas no son precisamente laxas.
Las dificultades con las que se encuentran los profesionales de la industria alimentaria
Del Caño tiene claro que las dificultades vienen tanto de dentro de la propia industria como de fuera «no todo el mundo tiene tan interiorizado lo importante que es la calidad y seguridad. Algunos dicen que somos “muy pesados” pero tenemos que adelantarnos a los posibles problemas que puedan ocurrir».
Beatriz está de acuerdo en esto y se refiere a la falta de conocimiento: «el desconocimiento de los responsables de algunas empresas respecto a los riesgos que implica no cumplir con las buenas prácticas higiénicas y respecto a las normas que deben cumplir». Recuerda que el que «antes no se tuviera tanto cuidado» no significa que se hiciera bien sino que antes se la estaban jugando.
Fuera de la industria alimentaria se presentan otras dificultades como la percepción de los consumidores «tienen la idea de que les intentamos envenenar, nada más lejos de la realidad, confundimos sano y seguro. Debemos mejorar lo primero, en lo segundo vamos bien. Los bulos que se propagan a una velocidad de vértigo en esta época hacen mucho daño y fomentan una quimiofobia que lanza a algunos consumidores a los productos bio, superalimentos o “naturales” pensando que son mejor que los convencionales. Y nada más lejos de la realidad, tan mentira es que la industria envenene como que esos alimentos son mejores».
Mario Sánchez se muestra de acuerdo con esto, «muchas veces nos enfrentamos a mensajes quimiofóbicos y carentes de toda evidencia científica contra los que es muy complicado luchar porque llevan años arraigados en la conciencia de la población. Y no nos engañemos, esto se debe a técnicas de marketing de dudosa ética llevadas a cabo por algunas empresas de alimentación, por ello la gente desconfía tanto de la industria alimentaria».
Ambos coinciden en que es verdad que la industria tiene cosas malas, pero también buenas. «Nunca antes la humanidad se había alimentado de forma tan segura como lo hacemos ahora, ni con una disponibilidad tan extensa de productos» asegura Mario y lo mismo nos dice Gemma,.
No solo eso, sino que se ha conseguido que «(los alimentos) duren más tiempo, los tenemos todo el año, técnicas de conservación como la conserva, el congelado… nos permite tener alimentos muy sanos que se acoplan perfectamente a nuestro ritmo de vida» y, como ellos nos recuerdan, debemos aprovecharnos de lo bueno que la industria nos ofrece al mismo tiempo que tomamos el control sobre lo que comemos, nos informamos y elegimos en base a una opinión informada.