TRATAMIENTO DE HERNIAS DE DISCO

Entre las vértebras de la columna vertebral, se encuentran los discos intervertebrales, estructuras cartilaginosas complejas que posibilitan tanto el movimiento como la estabilidad esencial para la función de soporte de la columna.

Estos discos están compuestos por un núcleo pulposo gelatinoso y un anillo fibroso externo más resistente. Si el disco sufre daño (ruptura o fisura), es plausible que el núcleo pulposo migre hacia el canal espinal, lo que podría ocasionar la compresión de los nervios adyacentes, generando dolor, adormecimiento o debilidad, generalmente en un brazo o una pierna.

En la mayoría de los casos, es posible mitigar el dolor derivado de una protrusión discal mediante un tratamiento conservador, sin necesidad de recurrir a la cirugía.

Los signos reveladores que sugieren una hernia discal son heterogéneos y pueden fluctuar según la localización de la lesión. No obstante, los más frecuentes incluyen: dolor, parestesias (sensación de hormigueo o ardor), debilidad muscular, compromiso de los reflejos, espasmos, restricción de la movilidad, pérdida del control de los esfínteres, etc.

DOLOR EN EXTREMIDADES SUPERIORES O INFERIORES

El dolor tiende a manifestarse en la región de la hernia discal; sin embargo, es común que se irradie a un miembro superior o inferior, acompañado de entumecimiento causado por la irritación de las raíces nerviosas. Así, si el dolor afecta la región lumbar (parte inferior de la columna), este se propagará hacia la parte posterior de la pierna; médicamente conocido como ciática. En contraste, si el disco dañado se encuentra en la zona cervical, afectando los discos cervicales, el dolor cervical se irradiará hacia el brazo.

ENTUMECIMIENTO U HORMIGUEO

Debido a la compresión de las terminaciones nerviosas, es frecuente experimentar dolor, entumecimiento u hormigueo en la zona del cuerpo inervada por los nervios afectados.

DEBILIDAD MUSCULAR

Finalmente, es también relativamente común que los músculos de brazos o piernas se debiliten y pierdan fuerza en presencia de una hernia discal.

Además de las hernias, podemos encontrar fisuras (separación de fibras) o degeneración discal; ambas presentan sintomatología similar.

Cabe destacar que la resonancia magnética de diagnóstico es la prueba de imagen más fiable para el diagnóstico de una hernia discal.

La génesis de las hernias discales se encuentra intrínsecamente ligada al proceso de envejecimiento, manifestándose con mayor prevalencia en individuos entre las tres y cinco décadas de vida. La deshidratación gradual de los discos intervertebrales, un componente natural del envejecimiento, compromete su elasticidad y los predispone a fisuras o desgarros.

El deterioro progresivo de la columna vertebral, aunado a la edad, amplifica el riesgo de desarrollar hernias discales. No obstante, factores extrínsecos como traumatismos raquídeos o movimientos repetitivos también pueden inducir esta patología.

Entre los factores de riesgo adicionales que predisponen a la aparición de hernias discales, se destacan:

Manipulación de cargas pesadas: El estrés mecánico impuesto sobre la columna al levantar objetos pesados puede desencadenar la protrusión del núcleo pulposo. Exceso de peso: El sobrepeso aumenta la carga soportada por la columna vertebral, incrementando el riesgo de herniación discal.
Movimientos repetitivos de flexión o torsión de la región lumbar: Estas acciones, especialmente si se realizan de forma incorrecta, pueden lesionar los discos intervertebrales.
Posturas estáticas prolongadas: Permanecer sentado o de pie por períodos extendidos ejerce presión sobre los discos, facilitando su degeneración.
Sedentarismo: La falta de actividad física debilita la musculatura que sostiene la columna, aumentando la vulnerabilidad a las hernias discales.
Tabaquismo: El consumo de tabaco se asocia con una disminución del flujo sanguíneo a los discos, lo que dificulta su nutrición y reparación. Es crucial comprender que estos factores de riesgo actúan de forma sinérgica, incrementando exponencialmente la probabilidad de desarrollar una hernia discal. Por lo tanto, adoptar un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular, mantenimiento de un peso adecuado y evitar el tabaquismo puede ser determinante en la prevención de esta patología.