Ésta es una de las preguntas que más se repite en la consulta. Y mi respuesta es casi siempre la misma:
-Haz lo que más te guste y divierta.
Así de simple. Muchos estaréis en shock ahora mismo, y lo entiendo. Estamos acostumbrados a ir al médico, preguntarle sobre estas cuestiones y esperar a que él decida por nosotros. Pero debemos ir mucho más allá y empezar a saber autogestionar nuestra salud.
¡Elige por ti mismo sin miedo! Te voy a explicar porqué.
El ejercicio físico, además de un claro y evidente efecto sobre nuestros músculos y tendones (fortaleciéndolos, aumentando su nutrición y flexibilidad), sobre nuestros huesos (ayudando a fijar en ellos los minerales), sobre nuestro sistema cardiovascular (mejorando la circulación sanguínea y poniendo en forma nuestro corazón), tiene un efecto aún más interesante sobre el sistema nervioso.
Cuando hacemos ejercicio ocurren muchas cosas, entre todas ellas hoy te explico dos:
1. Ausencia de “ruido mental»
¿Eres de esas personas que no para de pensar, de analizar y repasar aquello que nos falta por hacer en el día? Tengo que hacer la compra, tengo que recoger a los niños, tengo que terminar lo que me ha pedido mi jefe antes de pasado mañana…y mil cosas más.
En el momento en el que hacemos ejercicio debemos concentrarnos exclusivamente en el acto que realizamos. Esto no permite que la mente racional vague por esos pensamientos estresantes. Por un momento desconectamos o “apagamos” esa radio que siempre llevamos encendida.¡Qué alivio!, ¿verdad?
2. Secreción de endorfinas:
Habrás oído hablar mucho de ellas. Las endorfinas son pequeñas proteínas sintetizadas por nuestro sistema nervioso central, que al ser liberadas al torrente sanguíneo producen efectos analgésicos (disminución del dolor) muy importantes.
Para que te hagas una idea, tus endorfinas tienen efectos muy similares a las sustancias derivadas del opio, como la morfina y la heroína.
Diversos estudios científicos han demostrado que al hacer ejercicio físico el sistema nervioso central comienza a sintetizar estas sustancias que nos ayudan a disminuir nuestro dolor y a tener sensaciones de bienestar. Pero esto no sólo ocurre con el ejercicio, también sintetizamos endorfinas cuando reímos, bailamos, tenemos relaciones sexuales, cuando hacemos técnicas de sugestión, relajación y meditación…
Imagina si juntamos los efectos propios del ejercicio físico, con esos momentos de risas y disfrute que suceden cuando hacemos cosas que realmente nos gustan. ¡Sería la bomba!
Por eso, ya sabes. Si tienes dudas sobre qué deporte o actividad física escoger, elige aquello que realmente te apetezca hacer y, sobre todo, te divierta.
Comienza suavemente. Progresa poco a poco, siempre sin dolor. Date tiempo para ir mejorando. Escucha a tu cuerpo y observa tus sensaciones. Si sientes molestias, disminuye la intensidad o descansa. No fuerces, no te preocupes. Poco a poco irás ganando fuerza y resistencia que te permitirá hacer aquello que hoy tu cuerpo no te ha dejado. Escúchalo siempre y hazle caso.
Running, yoga, pilates, baile, golf, natación, judo… ¡Da igual! Con estas sencillas premisas no te equivocarás. Continúa progresando día a día y observarás en menos de un mes un cambio significativo en tu forma física y tu estado mental. ¡Enjoy it!
Autora: Sara García Cacho
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