Ya sabeis que el que esto escribe hace mucho dejó las dietas, los adelgazamientos, etc… por lo que se puede conocer como «cocina tradicional mediterránea».
Esto es, cocinar todo lo que como con alimentos naturales y no comprar nada de alimentos procesados(eso y bajar el consumo de azucar).
Pues para animar al resto de la gente en este camino que considero importante para cuidar nuestra salud, ahí va un buen y estimulante ejemplo.
Vamosssss!!!
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Mi segunda semana como realfooder: menos kilos, más energía y mejores digestiones
Durante los últimos quince días me he apuntado a seguir uno de los retos nutricionales más conocidos, especialmente en redes sociales. Se trata del reto de 30 días comiendo comida real que propone el nutricionista Carlos Ríos en algunas de sus redes sociales, como Instagram. Para llevar a cabo este reto, él y otros nutricionistas, recomiendan basar nuestra alimentación en productos frescos y «reales» como los vegetales, la fruta, el pescado, las carnes magras, legumbres, frutos secos y semillas y complementarlo con buenos procesados como buenos lácteos, panes integrales o aceites no refinados como el de oliva virgen extra.
Por supuesto, la clave principal está en evitar los alimentos ultraprocesados al máximo y los azúcares añadidos. Estos quince días he ido compartiendo con vosotros mis avances en la cuenta de Instagram de Vitónica, además de bajo el hashtag #VitónicaRealFood cuyas stories destacadas podéis encontrar en este enlace. En cualquier caso, para poder entrar más en detalle, aquí os cuento cómo ha sido mi segunda semana como realfooder.
Cocinar y comprar cada vez más fácil
La primera semana os contaba que en casa se han unido a mí – más o menos – para intentar cumplir este reto y que, por ello, habíamos empezado realizando un menú semanal con todas las comidas que íbamos a consumir durante esos siete días. La verdad es que en casa comos menos cocinillas de los que nos gustaría y nos aburrimos rápido. Por ello, uno de los retos era encontrar recetas nuevas que nos motivaran y ayudaran a evitar el aburrimiento.
La primera semana fue bastante complicado encontrar las recetas, ponernos de acuerdo en lo que queríamos probar y en lo que le gustaba a cada uno. Aquí os admito que, hasta ahora, solo me gustaban una serie de verduras concretas y no estaba muy abierta a cambiar eso. Sin embargo, esta semana ha sido mucho más sencillo encontrar las recetas – como la semana pasada hemos optado por buscar en Directo al Paladar, en Vitónica y el grupo Realfooding de Instagram (@realfooding).
Esta semana ha sido mucho más rápida la elección de recetas, teniamos más claro lo que queríamos y, además, dado lo ricas que estaban las recetas de la semana pasada me he decidido a probar más. La compra también ha sido mucho más fácil ya que ambos sabíamos ya qué alimentos eran aptos, dónde estaba y cómo encontrarlos.
En lo que a la alimentación se refiere, de nuevo nos hemos basado en vegetales para las comidas – aunque hemos introducido frutas en algunas comidas, como en la ensalada con fresas -, pescados y carnes magras como el pollo. En esta ocasión también han entrado en juego tubérculos como las patatas, las batatas, el huevo y los hongos como las setas y los champiñones. Para los desayunos hemos elaborado nuestro propio pan de espelta, y he combinado tostadas con aguacate, yogur con frutas y avenas y porridge con frutas y semillas (sin la miel). Para bebér té negro ya que es mi favorito, y café el fin de semana.
A media mañana y para la merienda, las opciones para quitar el gusanillo han sido las frutas como la mandarina, el plátano, las fresas o la manzana además de los frutos secos variados. La semana pasada comentaba como, en contra de lo esperado, no me habia costado tanto sobrellevar el comer fuera de casa en alguna ocasión. Sin embargo, esta semana ha sido otro cantar.
Nuevas complicaciones en el camino del «Real Food»
Es más que posible que la primera semana no me resultara tan complicado el hecho de comer fuera de casa dado que salí menos, solo cenamos fuera de casa el sábado y no tuvimos tanta vida social. Sin embargo, esta semana hemos tenido varias reuniones sociales, hemos quedado con amigos, familiares y conocidos y, por supuesto, hemos acabado tomando algo.
Lo más complicado ha sido ver a los demás pedir lo que querían y que, en la ciudad en la que vivo, te ponen tapas con absolutamente todas las consumiciones que hagas. Tener la fuerza de voluntad para no tocarlas ha requerido más esfuerzo del que creía. Las soluciones, en mi caso, han pasado por tomar tés variados, agua y preguntar a los camareros si podían ponerme frutos secos en vez de patatillas fritas.
Las primeras veces me daba hasta vergüenza, pero ayer me encontré a mí misma preguntándole al camarero si los smoothies los hacían con fruta fresca congelada sin añadidos, si me lo podían hacer sin añadirle azúcar y qué tipo de leche usaban. No os negaré que el señor me miró raro, pero me enseñó la fruta que usaban, cómo la tenían congelada, la leche que podían añadirle y accedió a no echarle azúcar. Lo bueno que saqué es que yo consumí algo diferente al té y que volveré a esa cafetería seguro.
Los cambios que he notado en mi cuerpo y mi salud
El principal cambio que he notado esta semana, en comparación con antes de comenzar el reto y con la semana anterior, es que me encuentro mucho más ligera y más cómoda. No he tenido malas digestiones ni uno solo de los días, no he sufrido reflujo y, sobre todo, no me he sentido hinchada. En numerosas ocasiones, antes de iniciar este reto, me ocurría que sufría hinchazón de vientre y no reconocía mi propia tripa – como la chica del anuncio -.
Sin embargo, esta semana mi estómago ha estado mucho más cómodo que nunca. Otra de las cosas que más noto es que tengo algo más de energía. No sé si tiene que ver con la alimentación o con que descanso mejor, pero por las mañanas me cuesta menos levantarme y aguanto el día algo mejor. Además, algo que me ha sorprendido gratamente es que no he pasado hambre en absoluto.
Es verdad que no estoy vigilando las raciones, pero también es verdad que noto saciedad mucho más fácilmente y como menos. De hecho, hay tardes en las que no tengo hambre y no necesito comer nada entre la comida y la cena. Sorprendentemente para mí, mi ansiedad por la comida se ha reducido mucho y no he tenido antojos relacionados con comida no apta. Es más, la fruta y la verdura está empezando a saberme tan dulce que la idea de algunos postres ultraprocesados, como la bollería, me echa un poco para atrás.
En cuanto a mi peso, comencé este reto con 65,4 kg y la semana pasada estaba en 64,7. Esta mañana, al pesarme, la báscula ha marcado 63,6 kg. Otra cosa que me llama especialmente la atención es que, antes, sentía muchas tentaciones de pesarme todo el rato – especialmente cuando empezaba alguna dieta – y ahora paso la semana sin pensar en subirme a la báscula. Probablemente porque me encuentro mejor y yo sé que me siento más ligera.
Imágenes | Vitónica