Pues nosotros esperamos que si. Al menos el uso intensivo de ellos.
Y hoy iniciamos con este tema porque nos hemos topado con un artículo en prensa que va por ese camino. Alguna de las cosas que dice no son del todo correctas, pero nos apuntamos a la tendencia de quitar laos tacones de nuestra vida diária.
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Esto es lo que pasa en tu cuerpo cuando dejas de usar tacones
Aquello de que ‘el roce hace el cariño’ se convierte en verídico con los tacones. Al principio caminas como un pato mareado y te duelen los gemelos como si no hubiese un mañana. Pero cuando aprendes a dominarlos, te sientes ‘sexy’, elegante, atractiva y, obviamente, más alta. Por no hablar del poderoso y sonoro ‘clac-clac’ que marca cada uno de tus pasos. «Aquí estoy yo», parece que sentencian.
Pero llega un momento en la vida de toda mujer donde subirse a las alturas a diario no tiene ningún sentido. Tu querido estatus ‘taconil’ empieza a prevalecer frente a las ampollas, durezas, juanetes y el bamboleo constante, consecuencia de la falta de equilibrio en tu ser. Primero te pasas a las cuñas, después empiezas a combinarlos con calzado de cordones cerrado y, llegado el momento, hasta pruebas con las hasta ahora desterradas para ti bailarinas.
Qué descanso, ¿verdad? No solo eso: no te haces ni la menor idea del bien que conseguirás para la salud de tus pies, tus piernas, tu espalda e incluso tu bolsillo. Por si aún no te has decidido del todo a descender unos centímetros, toma nota de los beneficios reales que disfrutarás al quitarte los elevados zapatos. Vamos, que ni Cenicienta regresaría a por el maldito tacón extraviado, por muy macizo que estuviese el príncipe.
1. Tus piernas se alargan (pero de verdad)
Claro, cuando vas entaconada te ves las piernas largas y estilizadas. «Vaya tipazo tengo», te dices. Pero, ¡sorpresa!, la realidad es que tus extremidades inferiores crecen cuando te bajas de las alturas. Así lo asegura un estudio publicado en ‘The Journal of Applied Physiology’, según el cual las personas que usan habitualmente zapatos de tacón, no solo caminan dando pasos más cortos (tanto cuando los llevan puestos como al andar descalzas), sino que tienen los músculos de las pantorrillas más cortos de lo normal.
Lo que lees: resulta que de tanto caminar de puntillas, el talón y el tobillo trabajan tan unidos que en pocas ocasiones se extienden completamente en su longitud natural. Vamos, que te estás encogiendo pensando tú que eras la más alta del lugar. Aunque no sea un efecto inmediato, el hecho es que cuando dejas de usar tacones, tus músculos y articulaciones empiezan a desarrollarse en su totalidad y entonces, sí, las piernas se estiran sin necesidad de trucos.
2. Se acabaron los dolores de espalda
«Qué tipazo ¡y vaya culo!», probablemente hayas exclamado al verte en un espejo con las alzas colocadas. Nadie lo discute, con tacones el trasero parece más respingón y durito, y además sacamos pecho. Pero esto ocurre porque al elevarte desde las puntas de los pies la pelvis se ve obligada a inclinarse para que, básicamente, tu cuerpo no caiga en picado contra el suelo.
Tienes una silueta increíble, pero “a costa de cargar de presión toda la región lumbar de la columna vertebral, así como los músculos encargados de estabilizarla”, explica en ‘Women’s Health’ el quiropráctico neoyorquino Todd Sinett, quien advierte que algunas mujeres incluso pueden experimentar algo conocido como espondilolistesis, que ocurre cuando una vértebra se desliza hacia adelante sobre otra.
Exacto, algo muy doloroso y molesto que suele producirse dentro del proceso general de envejecimiento como consecuencia de que los huesos, las articulaciones y los ligamentos de la columna vertebral se debilitan y no son capaces de mantenerte alineada. Pero ¡eh! Esto sucede a partir de los 65 años porque el cuerpo empieza a decir: «Hasta aquí hemos llegado». No a los 35 porque uses zapatos de 15 centímetros, ¡por el amor de dios!
3. Piernas descansadas
Al usar tacones obligamos a nuestros tobillos a doblarse hacia adelante, un movimiento que dificulta la circulación en las extremidades inferiores. Si cuando empieces a ir en plano no dejas de sentir ese cosquilleo mágico y desagradable, quizás es porque tienes un problema real de varices o de mala circulación. Háztelo mirar.
4. ¿Talones secos y agrietados? Sí, y doloridos
Ojo, porque usar tacones no solo te deja las pantorrillas como las de las Barriguitas, también acorta los tendones de Aquiles. El problema de la reinserción a la vida en plano es que, cuando vuelves a poner el pie en un ángulo de 90 grados, la tensión en los tendones aumenta bastante y, al menos al principio, duelen un poco. Más aún en las personas que sufren de fascitis plantar –una inflamación del tejido que conecta el talón con los dedos de los pies–, que pueden ver las estrellas días después de abandonar las plataformas.
Pero se soluciona con el paso del tiempo (que será más o menos según hayamos abusado o no de los tacones) y además de no molestarte… ¡Sí!, las durezas que se te habían formado (no, no eres la única a la que le ha ocurrido esto) desaparecerán poco a poco de tus talones.
5. La rodilla de corredor desaparece
Aunque es cierto que es más común entre los deportistas, esta consecuencia no tiene nada que ver con el ‘running’. ‘Rodilla de corredor’ es el término que utilizan los médicos para referirse a una serie de afecciones de la rótula, como, por ejemplo, el síndrome de dolor femororrotuliano y la condromalacia rotuliana.
Independientemente de que seas gorda o delgada, el hecho es que cuando te pones tacones, el centro de gravedad de tu cuerpo se desplaza hacia delante. Como explica la podóloga Krista Archer, esta inclinación antinatural se traduce en una tensión adicional en los tendones y ligamentos de las rodillas. ¿Te duelen a menudo? Has tenido suerte porque, en tu caso, no tienes que abandonar las maratones ni el deporte, simplemente usar zapatos planos.
6. Andas mejor y más recta
Según un reciente estudio en el que se analizó la postura y el caminar de las asistentes de vuelo de unas aerolíneas de Corea del Sur, el uso regular de tacones altos conduce a desequilibrios en la fuerza y tensión de los músculos que rodean los tobillos, lo que se traduce en que estos sean inestables y tengamos peor equilibrio. Según los investigadores, usar zapatos planos hace que los mencionados músculos trabajen adecuadamente, lo que proporciona una mejor estabilidad del tobillo y del equilibrio en general. Quien te dijo que con tacones andabas más recta, claramente se tragó la creencia popular.
7. El saldo de tu cuenta bancaria mejora
Puedes ser una ‘fashion victim’ total y volverte loca comprando complementos, pero hay una realidad prácticamente indiscutible: acumular cajas de zapatos de tacón es un vicio. Y cuesta mucho dinero y espacio (en serio, ¿qué fuerza misteriosa nos obliga a guardarlos en sus cuadradas y voluminosas cajas originales?). No pasa nada. Con un poco de fuerza de voluntad y coherencia puedes superarlo y, de paso, dejar de tener los pies hechos polvo.