Bueeeeeeno, pues otra de esas noticias que me hacen salivar de rabia contra los anglocabr****. Bueno, en realidad con todos eso del norte que se creen que aquí nos tocamos los coj****.
En fin, pero como el que esto escribe ha vivido en Alemania, lo que les pasa es que los del norte son unos sosainas amargados que tienen muuuucha envídia. Ap, y no son apenas conscientes de lo engañados que están por sus élites gobernantes(por aquello de panamá lo digo).
Vaamoooos!
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Éstas son las horas de siesta que nos echamos los españoles si hacemos caso a los medios extranjeros
Rajoy ponía el otro día como ejemplo de excelencia nacional, que seamos el país que acoge a más Erasmusde la Unión Europea. Es cierto, vienen en manada. ¿Será por nuestras universidades, que no aparecen entre las mejores de ningún ranking? ¿O más bien por aprender español, el tercer idioma más importante del mundo?
No sabemos cuáles son las razones, pero ayer apareció una noticia que nos hace pensar, ahora, que los jóvenes de toda Europa vienen por el laxo horario español, uno que claramente mantenemos “desde hace siglos”. Les ha faltado decir que vivimos en la Edad Media. Eso defendía el periódico británico The Independent, que en un ejemplo del periodismo desinformativo, dejaba perlas como que “Rajoy, el representante de un gobierno de coalición de derechas” (en una edición anterior, además, era una coalición de izquierdas), que la jornada típica española es “de 10 a 14, con una siesta de tres horas para volver al trabajo y seguir trabajando hasta las 20” y que un “informe nacional apuntaba a que recortar esa siesta ayudaría a mejorar la calidad de vida”.
Siesta, paella y sombreros (ay no, esa última no)
La siesta. Junto con la sangría y los pinchos son algunos de los conceptos de la cultura española más populares entre turistas… y, por tanto, entre los que asienten los prejuicios de lo que es nuestra vida aquí. Comentarios como los apostillados por el periodista de este medio británico es lo que sigue alimentando esa visión perniciosa sobre nuestras costumbres. Si la realidad evidencia que somos uno de los países europeos con una de las jornadas laborales más extensa y con más horas de trabajo al final del año, el tópico, como vemos, alimenta la idea de que sólo trabajamos 7 horas al día y que dormimos siestas de tres horas en mitad de la jornada.
The Independent es el medio por el que hemos conocido esta difamación, pero otros como Daily Mail, Evening Standard o el mismísimo Washington Posttambién han calcado estas ideas en sus medios en las últimas horas. En The Guardian al menos lo han entendido bien (Rajoy propone un horario de 9 a 18, no de 9 a 17, pero vamos a dejarlo correr). Eso sí, no se han resistido a meter la palabra siesta en el titular y acompañarlo con la entrañable foto del jornalero castellano descansando a plena luz del sol.
El mito, la suma de tópicos y noticias anecdóticas
¿De dónde puede venir, esta vez, el bulo? Si haces una búsqueda rápida en Google con Spain + siesta, en la primera página de referencias llegas a un artículo de The Daily Mail (y en Metro) del año pasado que explica cómo un pueblo valenciano ha hecho de las horas que van entre las 2pm y las 5pm el tiempo «sagrado de siesta», del descanso oficial del trabajo del campo, y donde también se recomienda que los niños se queden en casa descansando. Una anécdota sobre un pueblo de 1400 habitantes que llega a una relevancia en el buscador más usado de Internet que no ayuda a la desmitificación de la siesta española.
Por supuesto, no es la primera vez que los medio extranjeros han hablado de esa distancia que mantienen los españoles del siglo XXI. En 2013 para Der Spiegel, Rajoy ya había eliminado la siesta en 2012, y Zapatero en 2005 para los empleados públicos. Una medida que, según el periódico, se llevó a cabo por el dictado de Alemania ya que los PIGS debían aumentar su productividad y equipararse a la media europea, más en medio de esa crisis con la que tuvimos que pedir un rescate a los países del norte.
Para el semanario alemán, la siesta era de nuevo sagrada, aunque sólo nos asignaban dos horas de sueño a mediodía. Merkel, por aquel entonces, no dudaba en decir que españoles, griegos y portugueses debían trabajar más,asentando el mito de que en los países del sur la gente trabaja menos que en el norte.
La siesta es SEO, la pausa para comer no
No es difícil encontrar en la red artículos de todas partes del mundo que extienden el mito de la siesta española, donde muchas veces se sustituye directamente la palabra pausa para referirse a nuestras horas de comer por el término mucho más SEO siesta. Si te informas por estos medios, tal vez deduzcas que esto explique nuestro carácter despreocupado y nuestra propensión a la felicidad. Lamentablemente, esa “forma de ser” española (¿hay una única forma de ser española?) tendrán ahora que empezar a explicarla de otra forma.
Por mucho que se empeñen en endilgarnos la siesta, la realidad es que esta sólo la practican apenas un 16% de la población. Eso dice un estudio realizado entre más de 3.000 españoles por la Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos (Fundadeps) y la Asociación Española de la Cama (Asocama), que desvela también que el 58,6% de los españoles nunca sestea, que el 22% sólo en ocasiones y el 3,2% se adormece tras el almuerzo únicamente los fines de semana. Si tiramos de tópicos, las estadísticas dicen que los españoles no duermen a mediodía, sólo descansamos unas 7 horas y hasta un tercio de nosotros no consigue saciar sus necesidades de sueño. Y por cierto, según otro estudio, son muchos más los alemanes que practican la siesta que los españoles que la disfrutan.
Con el ruido que se está creando ahora alrededor de nuestra posible adhesión al horario diurno que nos corresponde y a una racionalización de los horarios, parecía una ocasión formidable de ayudar a explicar en los medios el problema de nuestra baja eficiencia laboral, la adicción al presentismo que se vive en muchos de los trabajos españoles (y ojo, no todos) y en las deficiencias de nuestro prime time. Parece que, una vez más, tendremos que seguir escuchando los comentarios de los turistas sobre nuestros toros, nuestra sangría y nuestra siesta.